La Junta
Aquí estuvo por mucho tiempo Willy’s Place, un chinchorro de comida criolla que habría 24 horas al día. Luego el espacio permaneció vacío por varios años hasta que se convirtió en Pa’l Cielo y luego pasó a ser La Junta, una hamberguera que fungía como centro cultural comunitario donde se tocaba plena al menos dos veces por semana. El espacio fue destruido por el huracán María en septiembre de 2017.
Willy’s Place was a small Puerto Rican food restaurant, it was closed for a few years and then reopened as Pa’l Cielo. It later turned into La Junta a burger joint that also served as a cultural spot for the community, plena was played here at least twice a week. The structure was destroyed by Hurricane María in September 2017.
En el número 2056 de la calle Loíza había un chinchorro. Allí se tocaba plena domingos y lunes, y a veces viernes o sábados. Se tocaba plena. La Junta pretendía ser un barcito de barrio y casa club de los pleneros. Un espacio donde los vecinos de la Loíza y el barrio Machuchal pudieran darse los palos, comer y escuchar música en vivo o tocar sin quedarse sin chavos para la compra.
Era el 2015 y el barrio ya atravesaba cambios drásticos, hubo muchos vecinos expulsados por los altos costos, pero muchos inversionistas llegaron porque los costos -en realidad- no estaban tan altos nada. Hubo una revitalización impresionante de negocios pequeños y locales, buenos para la economía, pero que no necesariamente incluía a la gente que por décadas ya habitaba ese lugar. Nosotros, que vivimos en esa calle, queríamos crear ese espacio en el que cupiéramos todes.
La Junta, que llegó poco antes que su desafortunada tocaya gubernamental, y no guarda relación alguna con la de Hato Rey, ya era frecuentada por locales y visitantes de todas las edades. Los sábados Tito Matos daba un taller de plena para niñas y niños. Los domingos había plenazo familiar, los lunes no tan familiar, los miércoles eran noches de teatro o performance y Awilda Sterling estuvo a cargo de su curaduría por un tiempo. Los jueves eran noches de jazz. Viernes y sábados había bomba o salsa.
La mayoría de los trabajadores de La Junta eran del barrio. En la cocina estaban Felipe Hunt y Frederick Malaret con Ian Delgado, María Núñez y Missy Adames. Casi todos llegaban caminando. En el piso trabajaron Mayling Rodríguez con Jaime Rodríguez y Mari. Por un tiempo estuvo también Lío Villahermosa. Todos vivían en el vecindario. Los de la barra, Inaliel y Oscar, eran de afuera del barrio pero los adoptamos, igual que Pedro y Glennis.
En La
Junta se hicieron reuniones comunitarias y plenazos, cumpleaños y obras teatrales,
incluyendo Papo Impala Está Quitao, con Teófilo Torres, que tuvo más de diez
funciones. Era mucho trabajo. Y nosotros, Tito y yo, no sabíamos nada de
restaurantes. Teníamos cuatro socios: Wilda y Graciela Rodríguez, Las Tías, que
sí sabían de restaurantes, y Xavier Araújo y Teresa Canino, que son dos de los
fotógrafos más impresionantes que conozco (Xavier tomó la foto que acompaña
esta nota) pero tampoco sabían nada de restaurantes. Con todo y eso nos empezaba
a ir bien porque sí sabíamos de plena, de recibir gente, de crear y nutrir
comunidad.
Los lunes se daban unos juntes percusivos
únicos. Llegaban pleneros hasta de Mayagüez. Improvisaban libremente,
inventaban.
“Miren bien a su alrededor”, le dijo Tito Matos a la gente el lunes 18 de septiembre de 2017, “porque esta es la última vez que lo van a ver”. El miércoles siguiente venía un huracán categoría cinco para la isla. Así estaba anunciado. No había incertidumbre, eso venía derechito para Puerto Rico. Y vino. Ya el chinchorro de madera había aguantado los vientos del huracán Irma. Era poco probable que sobreviviera a María. Y sucumbió. Los socios y nosotros cogimos un cantazo del cual no nos hemos recuperado.
El final de aquel proyecto llevó al inicio de este. Buscábamos que la plena siguiera teniendo presencia en la calle Loíza, aunque fuera de un modo distinto. También llevó a que enfocáramos el trabajo cultural más de lleno en el proyecto comunitario de La Goyco.
Antes de La Junta, en ese mismo local, estuvo Pa’l Cielo, un negocio muy exitoso, donde se presentaba Velcro, hiphoper vecino del sector, todos los domingos. Había fila para entrar. Fue un espacio precursor de la ola de moda que luego arroparía la Loíza. Antes de Pa’l Cielo estuvo años cerrado. Y antes de eso fue por décadas Willie’s Place. Mi suegra y la gente de su generación recuerdan la rebosada que vendían allí como un clásico gastronómico. Tenían billares, comida criolla y abrían 24 horas.
Ahora abre un Pizza City en un edificio nuevo que se construye en el lote donde una vez estuvo La Junta.
Foto de Xavier Araújo