Ramón Rivera

De la Antigua Parada 26 pasa a la desaparecida barriada Tokío. Papo Chin es una de las voces más particulares de la plena también toca el requinto y es artesano.

From the Stop 26 he moved to the Tokyo barrio. Papo Chin is one of plenas most particular voices, he is also an artisan and plays the requinto.

“Nací en el 1951, por comadrona, en el 381 del callejón Laguna en Martín Peña. De ahí nos expropiaron”, explica Ramón Rivera, conocido como Papo Chin, plenero cangrejero. Dice que la administración de Felisa Rincón expropió su comunidad para darle paso al proyecto de Agua Guagua. De ahí se mudaron para la barriada Tokío. “En los tablones hicimos la casa, porque el dinero que nosotros recibimos pues no daba, le dieron cien dólares a mi mamá”.

Papo Chin cuenta que allí se reunían los pleneros de la parada 26. “Eran los tíos de nosotros”, recuerda, “casi siempre venían por las tardes y se reunían a la orilla del caño a beber ron y a tocar plena”. Menciona a algunos pleneros de esa época, incluyendo a Ramón Pedraza. “Trabajaba conmigo en un taller que teníamos, el taller era dentro de la casa, metía la yola debajo de la casa y arreglábamos motores de pesca”. De esos encuentros surge más adelante el grupo Al Son del Manglar.

Según Papo Chin, ya desde ese entonces se identificaban diversos estilos en el sonido de los panderos de diferentes barrios de Santurce y recuerda que había un sonido bien particular de la plena mayagüezana.

Papo Chin viene de una familia plenera. Su papá Ramón Rivera Cuadra tocaba y construía panderetas. Sus hermanas Margarita y Mirta Rivera eran bailarinas y su hermano Joseíto es plenero también. Papo Chin canta, compone, toca y es artesano. Aprendió a tocar plena a los 8 años con su tío Ricardito. Su trayectoria empezó siendo un niño, cuando prácticamente era obligatorio tocar el pandero y tirarse al caño a aprender a nadar. “Todos pescábamos, dependemos de los montes y de lo que podamos conseguir para sobrevivir”, explica. “Me tiraban del puente y otros abajo en la yola me decían: “Tienes que aprender a nadar”.

Gran parte del trabajo de Los Pleneros de Tokío y del proceso de cambios forzados en ese barrio está documentado en La Plena es Canto y Trabajo, de Pedro Rivera.

El primer grupo organizado del que formó parte fue el de su papá, Ramón Chin y sus Pleneros, que luego se convirtió en Los Pleneros de Tokío. Más adelante tocó con Los Pleneros de la 23 Abajo bajo la dirección de Roberto Cipreni. Cuando tenía 16 años su papá se enfermó y se fueron para Nueva York. Allá creó con Roberto Cepeda y otros pleneros el grupo Los Amigos de la Plena y toca también con Los Pleneros de la 21.

“La plena tiene su alfabeto, nosotros sí sabemos cómo se toca la plena”, dice. “Esas son nuestras raíces y eso es lo que nosotros queremos dejar”.

Foto José Rodríguez