Los Pleneros del Quinto Olivo

Los Pleneros del Quinto Olivo cambiaron el sonido de la plena en parte gracias a sus voces al unísono y a la pandereta del requintero Pepe Olivo.

Los Pleneros del Quinto Olivo changed the sound of plena thanks to the sound of their voices in unison arrangements and the requinto of Pepe Olivo.

Los Pleneros del Quinto Olivo revolucionaron el sonido de la plena. Sus coros al unísono y el estilo inconfundible del requinto de Pepe Olivo son reconocidos por públicos de varias generaciones. Una noche en Borinquen, de Eddie Olivo, y la versión plenera de Desilusión, de Pedro Flores, son himnos  que volvieron a poner el género en el radar popular en la década de los ochenta.

Eddie Olivo, el director del grupo, era el quinto hermano de los Olivo. El padre tocaba la guitarra con frecuencia en la casa. “Salía la Vieja cantando, Horacio por otro lado y yo cogía una lata y me ponía a tocar”, dice su hermano Pepe sobre las raíces musicales de su familia. Los hermanos Olivo -que incluían también al Rayo Gamma Horacio- crecieron en el Residencial Las Casas. Allí hay un área abierta donde se reunían los viejos a tocar. Ellos escuchaban a Maelo y Cortijo, a Mon Rivera y a Canario.

“Todos los viernes y los sábados en La Barandilla eso era pin pun pan pun pan pan”, dice Víctor “Toro” Muñiz, cantante original del grupo y residente también de Las Casas.

En 1976 Eddie Olivo organiza formalmente el grupo Los Pleneros del Quinto Olivo. Tres años más tarde lanzan su debut discográfico: Los Pleneros del Quinto Olivo. Ese grupo del 79, dirigido por Eddie Olivo, estaba compuesto por Roberto Rodríguez, Calo Vélez y Pepe Olivo en las panderetas, Víctor Candelario en el trombón, Carlos “Charlie” Montalvo en el saxofón tenor, José A. Hernández en el bajo, Fernando Marcano en la trompeta, Francisco Serrano en el cuatro, y en las voces Víctor “Toro” Muñoz, Marcelino Colón y Gilberto Santa Rosa.

“Desde pequeño nunca me he quitado de tocar, es mi vida, yo me entrego totalmente”, dice Pepe Olivo, de 71 años, sobre su relación con la plena. Pepe Olivo es requintero. Pepe Olivo cambió para siempre la manera en que se toca el requinto. Su sonido preciso, rápido y melodioso se convirtió en el ejemplo a seguir para las generaciones posteriores. Empezó tocando en una lata. En la década del cincuenta, cuando Pepe tenía ocho años, empezó a tocar allí en La Barandilla.

Tocaba de la mano del viejo Tanti, inmortalizado en el tema La Administradora, que grabó precisamente el Quinto Olivo. “Él le pedía permiso a mi padre para que yo pudiera tocar, hicimos un grupito pequeño y nos íbamos a dar parranda por ahí”, narra Pepe. Tocaba las congas. Su interés por la pandereta llegó poco después escuchando a un requintero del caserío que se llamaba Pito.

“Como yo toco es afincao, no molesto. Cuando viene tu parte, requinteas. Uno no puede estar requinteando todo el tiempo”, explica sobre su estrategia. “Uno juega con el coro y los golpes. Cortijo tocaba afincaíto y yo oía que lindo se oyen los cortes, no hay alboroto. Uno sin darse cuenta coge un estilo”.

Pepe Olivo explica que como tocaba las congas con Tanti solía virarlas para ponerlas casi verticales. Cuando agarra la pandereta la toma por el borde y gira la mano, sin que repose en el brazo. La agarra con el puño, como se ve a casi todos los pleneros agarrando la pandereta en la calle y en las tarimas. Eso no pasaba antes de Pepe. “Me di cuenta que la gravedad es diferente y cuando el número es largo, ayuda”. También tiene su truco en la afinación del instrumento. “Abajo no lo afino como arriba, para tener dos golpes, entonces viene la conversación con el instrumento”, dice. “El cuero antes tocaba con el finito. Después me cambié al de vaca porque me di cuenta que retumba más. Cuando termino de usarla, la desafino completamente”. Pepe Olivo también toca el bongó, la conga y el timbal, pero su requinto es el único instrumento al que le ha puesto nombre propio: “María Luisa Báez, en honor a mi madre”.

Foto de Xavier Araújo